Ainara siempre habia sido una niña muy rebelde.
Siempre. Sus padres le decian "no toques esto, es peligroso" y Ainara corria a tocarlo.
Veia un cartel de prohibido pisar el cesped, y experimentaba una enorme satisfaccion al poner sus pequeños pies sobre la fresca y, en ocasiones rala, hierba.
Ainara fue creciendo, y como todo adolescente, mientras mas se le vetaba algo, mas empeño en ello ponia.
Ainara, se ilusionaba y desilusionaba rapidamente con las cosas.
Todos su amores eran pasajeros, novios en cada puerto cartas envueltas en besos lanzadas cada luna llena al mar.
Ainara amaba el riesgo, los retos, por eso siempre queria conducir por prohibida y soñaba con andar por el mar y bañarse en las nubes.
Sabia que jamas el sol dormiria con ella, ni la luna se despertaria a su lado, pero no por ello dejaba de intentarlo.
Y un dia sucedió. El fuego apareció en su vida, de improvisto. Ella, segura de si misma y arriesgada, se creyó que podia dominarlo, ella siempre habia sido una chica de nubes y mar, de caricias saladas y besos humedos, y aquella ardiente suvidad que la llamaba no la hechizaria.
Jugó con el fuego día y noche, de dia proporcionandole el calor que ya no tenia de su querido oceano, de noche, dandole luz para suplir la ausencia de sus amadas nubes.
Porque solo era eso, un juego.
En el fondo de su corazon ella sabia que no queria pasar su eternidad rodeada de ese calido abrazo, pues ella era la niña que soñaba con bañarse en las nubes.
Atrapada, poco a poco por el templado caracter del fuego, Ainara fue consumiendose poco a poco, desquebrajandose en cenizas, erosionando cada celula de su piel, porque ella queria tocar el cielo, pero sin saberlo cada vez se acercaba mas a la llama que la destruia por dentro. Ya era tarde, no podia alejarse, era un rescoldo más del fuego, lo alimentaba y avivava con cada suspiro cada latido, el bebia de ella y ella, no vivia sin el.
y así Ainara, se desvaneció, Ainara... Ainara que creia que podia domar al fuego, y soñaba con bañarse en las nubes.
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